Memorizar, según la Biblia

¿Habla la Biblia acerca de la memorización de versículos?

Bueno pues, no y sí. No, porque la división que hoy tenemos en capítulos y versículos, no se hizo sino hasta el siglo XIII (capítulos) y XVI (versículos) por Steven Langdon, arzobispo de Canterbury y Robert Essien, impresor francés, respectivamente. Y sí, porque habla de meditar en Su Palabra día y noche, lo que significa tenerla en nuestra mente todo el tiempo. Ahora bien, ¿qué implica esto último?

Primero, la Biblia dice que el amor a Dios y a Jesús se demuestra obedeciendo sus mandamientos (Jn 14:15; 1 Jn 5:3). Y no podemos saber qué es lo que nos manda si no leemos Su Palabra. Pero no leeremos la Biblia si no amamos a Dios, eso está claro ¿verdad?

En segundo lugar, si amamos a Dios, amaremos también su Palabra, tal y como David la amaba. Él escribió en el Salmo 119:97a: "¡Oh cuánto amo yo tu ley!", pero no se refería a un "sentimiento" hacia la Biblia, sino a algo más profundo y activo; David escribió a continuación: "Todo el día es ella mi meditación" (en la versión TLA se lee: "¡Tanto amo tus enseñanzas que a todas horas medito en ellas!"). ¡Y no es que anduviera con los rollos de la Ley colgados al cuello y leyendo continuamente todo el día sin descanso! Claro que leía la Palabra de Dios, pero podía meditar todo el tiempo en ella porque, además de amarla, podemos inferir que ¡la sabía de memoria!

A Josué le dijo Dios: "Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley" (Jos 1:8a). Dios no le estaba diciendo que pegara los rollos de la Ley sobre su boca, sino que tenía que conocer, entender y recordar lo que allí Dios había escrito, para tenerlo a la mano en cualquier momento y situación y así tomar decisiones correctas y actuar en obediencia al Señor siempre. ¿Que cómo sabemos lo anterior? Bueno, porque el mandato de Dios continúa de la siguiente forma: "sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito" (Jos 1:8b). Igual que David, podría meditar "de día y de noche" en la Palabra de Dios porque la tendría grabada no solo en su memoria, sino en toda su mente y corazón.

Así que, lo que vemos tan solo en estos dos ejemplos, es que Dios nos pide que le amemos a Él, que amemos su Palabra y que la atesoremos de tal forma, que no solo la leamos, sino que viva en nuestras mentes (la memoria es parte de nuestra mente) y corazones para que así, podamos meditar en ella todo el día, hablar de ella en cualquier momento y obedecerla siempre.

¿Dice la Biblia cómo podemos lograr esto?

Leemos en Deuteronomio 6:6-9: "Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas" (énfasis mío). Dios le estaba diciendo a su pueblo: repite mi Palabra, habla de ella, recuérdala todo el tiempo (átala como señal) y escríbela. Lo que alcanzo a ver en las Escrituras es que se nos insta a memorizar (tener presente siempre) la Palabra de Dios, y que podemos hacerlo mediante la repetición constante, el hablar de ella y el escribirla para que se quede grabada en nosotros, como si la tuviéramos impresa en nuestra mano y frente.

Pero, no solo se trata de que la Palabra de Dios se grabe en nuestra memoria; Él desea que quede grabada en toda nuestra mente y corazón, y eso requiere que, además de leerla y memorizarla, meditemos en ella, la estudiemos y vivamos de acuerdo con los principios y mandatos divinos que en ella se nos muestran.

El Señor Jesús es un claro ejemplo de esto. ¿Recuerdas la historia de sus tentaciones en el desierto? ¿Cómo fue que le respondió al diablo cuando este le tentó? Pues nuestro Señor le respondió, de memoria, con pasajes de la Escritura (lee Mateo 4:1-11). Además, según el hermano Kevin Halloran, de Leadership Resources International, Jesús citó ¡casi 180 veces pasajes de 24 libros del Antiguo Testamento!

Y en el Nuevo Testamento podemos leer la instrucción de Pablo a los hermanos de Colosas: "La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros" (Col 3:16a). ¿Pero cómo vivirá en nosotros si no la leemos, meditamos en ella y la memorizamos?

Si nuestra meta como cristianos es parecernos cada día más y más a Jesús y honrar a nuestro Padre celestial, entonces memorizar versículos bíblicos debería ser una actividad constante en nuestras vidas.

Definitivamente, memorizar la Palabra de Dios es cosa de verdaderos cristianos. ¿Y tú, ya comenzaste?


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Imagen original de fondo: Gaius Valerius Flaccus